Me llamo Leona y quiero vivir libre como fiera.
Leona Vicario
Independentista y periodista
CDMX – CDMX
10/04/1789 – 21/08/1842

Por la libertad de mi patria y de mi espíritu

🖋 Itxaro Arteta Monteagudo © (@IArtetaM)

No me tiembla la mano para escribir en mi defensa ahora que quieren demeritar la labor que hice por mi patria hace ya casi 10 años. ¡Faltaba más! Si no me tembló la voz ni el alma cuando me juzgaron en 1813, días antes de cumplir 24 años, y me jugaba mi libertad, mi fortuna y hasta la vida.

Uno a uno me interrogaron sobre los seudónimos de las personas con quienes mantenía correspondencia secreta, y ni a uno delaté. Lavoisier, Telémaco, La Ahijada y los otros pudieron seguir con la lucha y sin que sus familias se vieran comprometidas, ya que de mi boca no pudo saber la Corona Española quiénes eran.

Ni una de las cartas que le interceptaron a mi enviado hablaba de amor. Ninguno de los destinatarios a los que no delaté era mi amante. Qué perversidad de Lucas Alamán venir a decir ahora que todo lo hice por un hombre.

Si desde que empezamos las reuniones de Los Guadalupes, tuve claro que la herencia que me habían dejado mis padres al fallecer, la educación privilegiada que me habían dado, y la libertad que me concedía mi tío Agustín, me habían predestinado a apoyar la insurgencia.

¿Qué pudo tener que ver el amor a un hombre con convencer a los mejores armeros vizcaínos de fabricar armas para nuestra causa en el cuartel de los hermanos López Rayón, en Tlalpujahua? ¿Qué otra mujer consiguió algo así, además de poner todo su dinero?

No guardaré ahora silencio como lo hice al ser juzgada. En pago a ese silencio, los insurgentes me rescataron a los 42 días y, entonces sí, fui a alcanzar a Andrés para casarnos y acompañarlo a ser diputado del Congreso de Chilpancingo.

Se burlan ahora de que alce la voz contra los intentos de desprestigiarlo también a él, porque no están acostumbrados a que las mujeres tengamos voz. Pero yo me la gané desde que colaboraba en El Ilustrador Americano y en el Semanario Patriótico Americano, con lo que me convertí en la primera mujer periodista de esta nación.

Con voz fuerte y clara rechacé uno tras otro los beneficios e indultos que me ofrecieron para salvar la vida a cambio de dejar de apoyar la Independencia. Si cedí, solo una vez, ya en 1818, fue por Genoveva, tan chiquitita, nacida apenas cuando Andrés y yo andábamos escondiéndonos en cuevas.

Entonces soporté la pobreza, confinados en Toluca, en espera de un exilio a España que por fortuna nunca se concretó, y ahora también con Dolores, mi segunda hija.

Si consumada la Independencia me compensaron por los bienes que me había quitado la Corona y hasta le pusieron mi nombre a la ciudad de Saltillo, no habrá sido porque actué siguiendo a un hombre. Y así se lo diré en la carta que publicaremos en El Federalista:

“Confiese, señor Alamán, que no solo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: que ellas son capaces de todos los entusiasmos, y que los deseos de la gloria y de la libertad de la patria, no les son unos sentimientos extraños; antes bien suele obrar en ellas con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea el que fuere el objeto o causa por quien los hacen, son más desinteresados, y parece que no buscan más recompensa de ellos, que la de que sean aceptados”.*

Este relato es producto de la investigación e imaginación de la autora.

Leona Vicario

  • De posición privilegiada, sus padres se preocuparon de que recibiera una educación ejemplar que incluía ciencias, artes, literatura y política, algo que no era normal en la época.
  • Quedó huérfana muy joven, perdió a su padre cuando era niña y a su madre a los 17 años, de quienes heredó una cuantiosa fortuna, misma que dio a la guerra de Independencia.
  • Proveía de armas, comida y ropa a los insurgentes. Además de ser el medio de comunicación entre ellos y sus familias.
  • Gracias a su amplia cultura, le otorgó a los insurgentes nombres clave que usaban para mantener correspondencia: Telémaco, Robinson, Lavoisier, entre otros.
  • Desde 1925, sus restos reposan en el Ángel de la Independencia, al lado de los demás caudillos de la guerra insurgente.

Bibliografía

*Carta incluida en un artículo de Andrés Quintana Roo, publicado en El Federalista en 1831. Sitio web: https://ideasfem.wordpress.com/textos/b/b10/
Flores Castillo, A. Leona Vicario: mujer, fuerza y compromiso en la independencia de México. Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM. Sitio web: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2918/10.pdf
Del Palacio Montiel, C. (2011). Leona Vicario: Heroína insurgente. Relatos e Historias en México, número 32. Sitio web: https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/leona-vicario-v
Galeana P. (2008). 166 Aniversario luctuoso de Leona Vicario. 2019, de FEMU. Sitio web: http://www.museodelamujer.org.mx/femu/revista/1.166AniversarioLuctuosodeLeonaVicario.pdf

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