Cierra tus ojos un instante, ¿te imaginas llegar a ser gobernadora en una época en la que, difícilmente, nuestras voces vibrantes se hacían escuchar, siendo sometidas a la voluntad del hombre ávido de ocultar como objeto invisible nuestras almas creadoras, brindándonos casi nulas y legítimas oportunidades de participar en la política?
Jalisco
Sé que en algún tiempo cálido nos amamos y que me enseñaste el oficio –así le llamábamos–, pero habría que decir que no me enseñaste la mirada. Esa es mía, toda mía; producto de mis entrañas, de mi sangre, de mis huesos, de mi vida en la casa familiar; de mi madre, que un día se fue para nunca más volver y de mis días como huérfana, cuando mi padre suspiró su último aliento. También es de mis victorias y de mis ideales.