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#VocesSumadas

Carta a Frida

🖋 Laura Virginia Ocaña Zurita ©

Amiga, despierta, estás atada a una parte de tu corazón desgarrado, entre sangre y lágrimas, pasiones prohibidas y un amor verdadero. Las horas de soledad frente a un caballete movieron los hilos de tus venas, el espejo te desnudó al vacío para escribir el rompecabezas de tu vida, las emociones fluyeron como lluvia de inspiración creadora y las plasmaste en el lienzo como en un libro abierto. Tu libro de colores, página por lienzo con gritos de dolor grabaron cada instante la transparencia de tu ser, las pinturas fueron poemas sin palabras y tus poesías se volcaron en imágenes habladas.

Tu vida estuvo marcada por el infortunio, pero aún en medio de tantos torbellinos, imagino tus pasos caminar sobre flores y vuelos de palomas. Tu vientre frustrado en la esperanza de dar vida surgió de la tierra como un árbol fértil, tu naturaleza humana dio frutos y Diego y México fueron tus amados hijos.

Entre fierros no enmudeciste, rompiste esquemas, tu espíritu rebelde se reinventó en el progreso y la igualdad, floreciste como la feminista de semblante cejijunto, ícono de la cultura mexicana. Frida guerrera ausente, vencedora de batallas sin más ejército que tus pinceles y lienzos, como armadura portaste las fibras de tus atuendos y en tu cabeza coronabas tus triunfos con guirnaldas.

Orgullosa pero sensible, sencilla pero grandiosa, así eres Frida Khalo, Musa de los colores. En la Casa Azul, de Coyoacán, continúa la algarabía y el regocijo de los tiempos en donde reinaba tu presencia. En los muros, quedaron impresas tus huellas; en las partículas de cada átomo estás presente y en el pozo de la sabiduría hay sed por aprender y descubrir más de ti. Tu fama trasciende en la eterna búsqueda de la clave de tus éxitos.

Frida, niña, mujer, esposa, amiga, no alcanzarían los murales para pintarte ni las hojas para describirte porque toda tu esencia está plena de poder.

Este contenido es producto de la imaginación y creatividad de la autora.

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