Las ondas del océano Atlántico la bautizaron como mexicana. En las calles abiertas aprendió el idioma español, que le serviría para comunicarse de ida y vuelta con su gente, siempre con curiosidad y ansia por aprender. Una vez que tomó a las letras como aliadas no pudo soltarlas. Se convirtieron en su oficio. Gracias a ellas reunió en “La noche de Tlatelolco” los testimonios de la matanza de estudiantes en 1968 -obra que ganó el premio Xavier Villaurrutia- del cual declinó al manifestar que no era un libro para celebrar. Además de reportajes y particulares entrevistas, ha escrito cuentos, novelas, biografías y poesía; participa en radio, televisión y diversos medios impresos. En 1978, fue la primera mujer en ganar el Premio Nacional de Periodismo.